De la resiliencia a la antifragilidad: el nuevo paradigma empresarial

Descubre cómo la antifragilidad empresarial permite a las compañías crecer con el caos y transformar riesgos en ventajas competitivas.

Sociedad27/03/2025Santiago JacquatSantiago Jacquat

Directivo liderando una empresa antifrágil en tiempos de incertidumbre, simbolizando el nuevo paradigma de la antifragil

Por: Iván Pino, Partner & Latam Corporate Affairs General Director at LLYC

En un mundo donde la única constante es el cambio, las empresas ya no pueden darse el lujo de ser solo resilientes. La resiliencia nos ha permitido resistir las crisis, pero la antifragilidad nos permite crecer con ellas. En un entorno de "permarriesgo", donde las crisis no solo son constantes, sino simultáneas y cada vez más impredecibles, la capacidad de anticiparse y transformar la incertidumbre en ventaja se ha convertido en el verdadero diferenciador competitivo. 

La mayoría de las organizaciones siguen operando bajo un modelo reactivo. Seis de cada diez empresas esperan a que la crisis toque su puerta para actuar. Implementan protocolos de comunicación, preparan portavoces y diseñan respuestas que, en muchos casos, llegan demasiado tarde. En un mundo interconectado y volátil, esta estrategia ya no es sostenible. La antifragilidad es la evolución natural de la gestión empresarial: no se trata solo de resistir el impacto, sino de convertir el riesgo en oportunidad.

La resiliencia nos ha enseñado a sobrevivir. La antifragilidad nos enseña a prosperar en el caos. Mientras que una empresa resiliente se recupera después de un golpe, una empresa antifrágil crece con cada desafío. La clave está en la anticipación: escuchar activamente a los grupos de interés, identificar señales tempranas de riesgo y actuar con rapidez. No se trata de gestionar crisis, sino de evitarlas o, mejor aún, de convertirlas en un trampolín para la innovación. Un ejemplo claro de antifragilidad es Mattel con Barbie. Durante años, la marca fue criticada por su falta de diversidad. En lugar de resistirse al cambio o simplemente responder a las críticas con ajustes menores, transformaron el desafío en una ventaja competitiva. Reconfiguraron su estrategia, ampliaron su portafolio y, con el lanzamiento de la película de Barbie, convirtieron su marca en un ícono cultural renovado. Este es el poder de la antifragilidad: transformar una amenaza en crecimiento.

No se puede ser antifrágil en todo. Cada organización debe identificar qué amenazas pueden impactar más su sostenibilidad y enfocarse en ellas. Ya no basta con prevenir crisis, es necesario diseñar estrategias que permitan aprovecharlas. Para ello, es clave contar con sistemas de evaluación de riesgos transversales a toda la organización. Las empresas deben dejar de ver las soft skills como habilidades secundarias. En el contexto actual, el pensamiento crítico, la negociación y la inteligencia emocional son herramientas esenciales para la toma de decisiones estratégicas. En vez de esperar a que los cambios ocurran, las empresas deben diseñar múltiples escenarios y prepararse para cada uno. 

No se trata de predecir el futuro, sino de estar listos para cualquier posible desenlace. La empresa debe operar como un sistema de escucha activa. Las expectativas de los clientes, colaboradores e inversionistas deben traducirse en estrategias concretas y ágiles. Las compañías que han construido su identidad en torno a ciertos valores deben asumir que hay expectativas depositadas en ellas. Cambiar de postura en función del contexto político o social puede generar una pérdida de confianza difícil de recuperar. En un mundo donde la credibilidad y la confianza son activos fundamentales, la antifragilidad no es solo una ventaja competitiva, sino una necesidad para la supervivencia empresarial.

Las empresas más ágiles están dejando atrás las estructuras rígidas y adoptando modelos de liderazgo basados en la colaboración y la adaptabilidad. Para los directivos, el reto no es menor: transmitir esta mentalidad a toda la organización implica un cambio cultural profundo. La clave está en ampliar los sistemas de escucha, analizar tendencias y utilizar herramientas como la inteligencia artificial para tomar decisiones informadas. El futuro pertenece a quienes saben leer el cambio antes de que ocurra. Las empresas que adopten la antifragilidad no solo resistirán los embates del entorno, sino que encontrarán en la incertidumbre su mejor aliada para crecer. Las que sigan esperando a que la crisis llegue para reaccionar, simplemente se quedarán atrás.

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