Cómo la sostenibilidad dará forma al lugar de trabajo y la industria en 2025

La sostenibilidad en el lugar de trabajo marcará el rumbo de las empresas en 2025. Conocé los desafíos y acciones clave para adaptarse al cambio.

Tecnología14/04/2025Santiago JacquatSantiago Jacquat

Ilustración sobre sostenibilidad en el lugar de trabajo y su impacto en la industria en 2025

Por Douglas Wallace, Gerente de Ventas Distrital de Pure Storage para  América Latina y el Caribe (Excepto Brasil). 

Lo importante de nuestro dilema climático: Olas de calor sin precedentes, debates sobre vehículos eléctricos (VE) y cumbres globales como la COP29 (aunque decepcionantes), dejan algo claro: el debate sobre sostenibilidad ya no es solo una cuestión corporativa, sino un mandato social, independientemente de los cambios políticos. 

En 2025, gran parte del mundo experimentará una presión sin precedentes para conciliar el progreso tecnológico con la sostenibilidad ambiental, aunque Estados Unidos avanza en la dirección opuesta, retractándose de sus compromisos federales. Sin embargo, para la mayor parte del resto del mundo, ninguna industria, sector o generación estará exenta de responsabilidades.

La energía limpia no es perfecta, pero es un comienzo

La energía renovable es vital para reducir las emisiones, pero incluso las soluciones más limpias tienen defectos. La energía nuclear ofrece energía baja en carbono, pero genera residuos radiactivos y conlleva una importante huella de carbono en su infraestructura. Las tecnologías experimentales de reactores nucleares que impulsan las grandes tecnológicas, que podrían superar algunos de sus problemas, están lejos de hacerse realidad. La energía eólica es renovable, pero deja palas de turbina que no se pueden reciclar y que a menudo terminan en vertederos.

Si bien estas imperfecciones alimentan los debates, también ponen de manifiesto una lección importante: no permitamos que la búsqueda de la perfección impida un progreso significativo. Podemos reconocer los defectos y aun así tomar decisiones que reduzcan significativamente nuestro impacto ambiental, porque no hacer nada no es una opción.

Lo que nos enseña el fracaso de la COP29

La cumbre COP29 del año pasado en Bakú tenía como objetivo inspirar el progreso global en los objetivos climáticos, pero muchos actores interesados quedaron decepcionados. La financiación anual acordada de 300.000 millones de dólares para los países en desarrollo para 2035 palidece en comparación con los 1,3 billones de dólares que afirman necesitar. Además, la cumbre no logró crear marcos viables para que las industrias se alineen con los objetivos de reducción de emisiones ni implementen soluciones sectoriales. Esta flagrante brecha refleja una persistente falta de urgencia y de acción contundente.

Para las empresas, esto ofrece una lección: los resultados claros y medibles, no las aspiraciones vagas, son clave para el progreso y la rendición de cuentas. La sostenibilidad no se trata de grandes promesas, sino de estrategias sólidas y viables que generen confianza.

La Generación Z nos exigirá responsabilidades

La generación de los centennials (personas nacidas entre mediados de los años 90 y principios de los 2000) es posiblemente la más informada y comprometida con el medio ambiente. Sus expectativas para los empleadores son claras: las acciones de sostenibilidad deben estar alineadas con los valores. La Encuesta Global de la Generación Z y los Millennials de 2024, de Deloitte, revela que el 44% de la Generación Z ha rechazado ofertas de trabajo por falta de coherencia ética, mientras que el 54% presiona activamente a los empleadores para que prioricen la acción climática.

Sí, se expresan, están conectados y exigen más de los empleadores y los gobiernos. Pero también esperan que las generaciones anteriores, ahora en puestos de poder, tomen medidas significativas. Es fundamental reconocer que resolver los problemas climáticos no es solo su lucha. Es una responsabilidad colectiva.

El "pase fácil" de las TI se está agotando

El sector de las TI, si bien es un motor vital de la innovación, consume una proporción cada vez mayor de la electricidad mundial; esta cifra podría superar el 10% para 2030, según estimaciones de la AIE, entre otros. Enerdata señaló anteriormente que las TIC en su conjunto podrían haber representado el 9% del consumo eléctrico en 2018. 

Hasta ahora, la industria ha eludido el escrutinio, delegando la responsabilidad y culpando de la demanda energética a las expectativas de otros (tanto empresas como particulares). Pero estas excusas no durarán mucho. Ante el aumento de las necesidades de inteligencia artificial y procesamiento de datos, la industria de las TI debe intensificar sus esfuerzos.

Es hora de que el sector informe a los usuarios sobre los costes reales de los avances tecnológicos, desde los modelos de IA con alto consumo energético hasta los centros de datos de gran tamaño. Además, las empresas deben adoptar tecnologías energéticamente eficientes, invertir en energías renovables y diseñar para la sostenibilidad.

Un mundo de recursos limitados

A medida que la población mundial se acerca a los 10 mil millones, la idea de recursos infinitos se vuelve peligrosamente obsoleta. El aumento de la demanda de las redes eléctricas, impulsado por los vehículos eléctricos y la IA, pone de relieve esta crisis inminente. Si no se toman medidas, la escasez de recursos tendrá consecuencias reales, obligando a las industrias a afrontar las ineficiencias de forma directa.

Pero no todo es pesimismo. Con una inversión específica en investigación, educación y optimización de recursos, las industrias pueden adaptarse. Ya sea diseñando tecnologías que consuman menos energía, reduciendo las prácticas derrochadoras o educando al público sobre opciones sostenibles, existe un camino a seguir, que debemos recorrer.

El camino que pueden seguir las empresas

Para afrontar estos retos, las empresas necesitan replantear sus prioridades, con pequeños pasos medibles hoy pueden marcar la diferencia, a la vez que desarrollan resiliencia y sientan las bases para un futuro sostenible. Pero se debe actuar ahora, porque, con el tiempo, la pregunta no será "¿Qué podemos hacer?", sino "¿Por qué no lo hicimos?".

  • Invertir en I+D: Impulsar innovaciones que mejoren la eficiencia y la sostenibilidad, a la vez que construyen un futuro a largo plazo.
  • Educar para el impacto: Ayudar a consumidores y empleados a comprender los costes y las consecuencias a largo plazo de sus decisiones, tanto en el trabajo como en casa.
  • Optimizar los recursos: Identificar ineficiencias y eliminar el desperdicio en todas las operaciones.
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