La crianza es una de las tareas más desafiantes para madres y padres. Lo que sucede durante la infancia y la adolescencia de una persona tiene un impacto profundo en su comportamiento y relaciones como adulto. Según expertos en psicología, una educación excesivamente permisiva, sin límites claros, puede llevar a que los niños se conviertan en adultos con serias dificultades para interactuar con su entorno.
Aquí exploramos siete rasgos comunes identificados por especialistas que suelen aparecer en adultos que no recibieron una crianza con normas y estructura adecuadas.
1. Inflexibilidad ante otras ideas
Los adultos que fueron “malcriados” suelen mostrarse incapaces de aceptar o considerar perspectivas diferentes. Al estar acostumbrados a salirse con la suya o siempre tener la razón, tienden a rechazar acuerdos o soluciones que no coincidan con sus deseos.
2. Dificultades en la comunicación
La falta de enseñanzas sobre cómo lidiar con la frustración durante la niñez puede limitar la capacidad comunicativa en la adultez. Esto los convierte en personas que no consideran el impacto de sus palabras en los demás y carecen de disposición para escuchar activamente. Según la psicóloga Denitrea Vaughan, esto puede derivar en adultos maleducados y poco empáticos.
3. Tendencia al egoísmo
El egoísmo es parte del desarrollo infantil, pero si no se gestiona correctamente a partir de los seis años, puede transformarse en un problema en la adultez. Estos adultos suelen enfocarse exclusivamente en sus propios intereses, ignorando las necesidades y sentimientos de quienes los rodean, explica la psicóloga Reena B. Patel.
4. Falta de empatía
La empatía se cultiva mediante la comunicación y el interés genuino por los sentimientos de los demás. Sin esta base, los adultos no desarrollan la capacidad de entender o considerar las perspectivas de otras personas, lo que los lleva a invalidar las experiencias ajenas.
5. Impulsividad
La ausencia de límites durante la infancia dificulta el desarrollo de la paciencia y la gestión emocional. En la adultez, esto se traduce en comportamientos impulsivos, donde la persona actúa o toma decisiones sin reflexionar sobre las consecuencias.
6. Carencia de autodisciplina
Los límites y las reglas son esenciales para enseñar a los niños a establecer objetivos y trabajar para lograrlos. Los adultos que no aprendieron estas habilidades suelen tener problemas para cumplir con responsabilidades, como mantener una alimentación equilibrada, estudiar o desempeñarse en el trabajo.
7. Incapacidad para manejar conflictos
El conflicto es una parte normal de cualquier relación, pero los adultos que de niños siempre obtenían lo que querían no saben lidiar con los desacuerdos. Esto puede dificultar la construcción de relaciones saludables, ya que no tienen herramientas para resolver discusiones de forma efectiva.
En conclusión, estos rasgos no solo afectan el bienestar personal, sino también las relaciones y el entorno social de los adultos que los presentan. Una crianza equilibrada, que combine afecto con límites claros, es clave para formar personas asertivas, responsables y empáticas.