Un reciente estudio de Kaspersky revela un alarmante aumento en la cantidad y gravedad de los ciberataques contra empresas en Chile. Durante los últimos dos años, 3 de cada 10 compañías en el país fueron víctimas de ciberataques, de los cuales el 90% fueron clasificados como graves, generando consecuencias significativas, como pérdidas económicas, daños a la reputación e interrupciones en sus operaciones.
El Factor Humano: Principal Causa de los Ciberataques
Kaspersky identifica el error humano como el factor principal en el 50% de los incidentes de ciberseguridad en las empresas chilenas. Este dato subraya la importancia de una capacitación constante en seguridad digital para el personal, con un enfoque integral que permita reducir riesgos y mejorar la resiliencia de las organizaciones.
Andrea Fernández, gerente general de Kaspersky para América Latina Sur, destacó que muchas empresas en Chile perciben la ciberseguridad solo como un requisito regulatorio. Esto provoca que, en lugar de implementar estrategias de protección sólidas y bien planificadas, las empresas adopten medidas apresuradas que terminan siendo insuficientes para enfrentar amenazas complejas.
Principales Tipos de Amenazas: Hackeos y Falta de Inversión
Dentro del análisis, Kaspersky señala que el 40% de los ciberataques en Chile fueron hackeos, mientras que un 20% se relacionó con la falta de inversión en medidas de ciberseguridad. Este dato pone de relieve la necesidad de que las empresas destinen recursos adecuados a la protección de sus sistemas y datos.
Medidas de Protección Recomendadas
Para protegerse eficazmente de los ciberataques, Kaspersky sugiere que las empresas adopten medidas clave, como:
- Instalar soluciones de protección corporativa.
- Asegurar los servicios en la nube, cuando se utilicen.
- Implementar políticas de acceso a los activos de la empresa, como correos electrónicos, carpetas compartidas y documentos en línea.
La recomendación es clara: la ciberseguridad debe considerarse una estrategia de protección esencial, más allá de un simple requisito regulatorio, para asegurar la continuidad y resiliencia de las operaciones empresariales en un entorno digital cada vez más hostil.